La Pachamama recibe honores y horrores
Por Eduardo Verón
Las dos caras de la Pachamama: es receptora de los mejores vinos, de cultivos, de azúcar y de honores y al mismo tiempo recibe basura, chatarra y contaminación. La experiencia de un investigador de la UNSAM, habitante de José León Suárez, en Amaicha del Valle, provincia de Tucumán.
Transcurre agosto y el primer día del mes se celebró el Día de la Pachamama. Ella es para los pueblos originarios un elemento sagrado y desde hace unas décadas este significado se ha ampliado para otras poblaciones no indígenas que han comenzado a compartir esta visión. Esta característica de investidura sagrada tiene su justificación por ser la tierra la que provee los alimentos necesarios para la vida.
Pero también la Madre Tierra es receptora de los desechos que producimos los habitantes. En José León Suárez, como sabemos, cerca de 16 mil toneladas de residuos son enterradas en el relleno sanitario Norte III, todos los días. Sin embargo, la problemática de los residuos no solo se encuentra en nuestro territorio.
En un viaje de estudio en febrero del 2019, visité la comunidad de Amaicha del Valle en la provincia de Tucumán. Allí el censo de 2010 registró una población de 1327 habitantes. Al igual que las diferentes comunidades indígenas rinden homenajes a la Madre Tierra, no solo el 1ro de agosto sino también durante los días de carnaval. Estas festividades son de gran importancia para la comunidad. En primer lugar, por la relevancia espiritual que representa para los pueblos originarios el agradecimiento a la Pachamama. En segundo lugar, miles de turistas llegan por esos días para conocer y participar de la ceremonia que se le hace a la madre tierra. Los turistas son muy esperados por los amaicheños ya que es una de las principales fuentes de ingresos. Sin embargo, esta masiva llegada de personas afecta al territorio en un factor: la basura que dejan.
El vínculo espiritual que los conecta con la tierra me hizo indagar sobre cuál es el tratamiento que utilizan para los residuos. En el país generalmente es de enterramiento de los residuos y/o incineración. Ambas acciones son dañinas al medio ambiente ya que generan contaminación en el suelo y en el aire. Amaicha del Valle no es la excepción a la regla, la Madre Tierra, aquella a la que le rinden culto y le ofrecen el mejor vino de la cosecha, azúcar, etc., también recibe los plásticos descartables, los papeles usados y toda la basura que producen comuneros, no comuneros y turistas.
El secretario de recursos naturales y del suelo de la comunidad me presentó la preocupación que él tiene respecto a la cantidad de residuos producido por los habitantes y por los turistas y las repercusiones en el medio ambiente. Amaicha no tiene una política de reducción de residuos, ni de separación diferenciada, esto se debe a la poca cantidad de habitantes que reside. En términos de financiamiento para política pública no ven viable la creación de plantas de separación de residuos ya que requiere una gran inversión para algo que generará poca o nula ganancia económica. Para los Amaicheños es mucho más complejo que un calculo racional economicista entre costo-ganancia, para ellos esta siendo afectada su Madre Tierra.
Eva, miembro del consejo de ancianos se refiere a la basura de la siguiente manera: “El plástico no es de nosotros, pero lo hemos dejado entrar, como a los medicamentos, al sistema económico, etc.” De alguna manera el pueblo de Amaicha en el siglo XXI sigue siendo colonizado, hay cuestiones culturales que no le están siendo respetadas.
Pude observar que los residuos son depositados a dos kilómetros de la plaza central, en una zona descampada. Allí son incinerados y el humo que emanaba es empujado por el viento al centro del pueblo, por lo que la población es afectada por el tóxico y el olor que producen los residuos quemados. Además, la concentración de residuos en este descampado provoca la llegada de burros salvajes que van a comer los restos de comida que quedan. A veces se encuentran cuerpos de ellos que sufren accidentes en la basura y mueren en el lugar, se lastiman con latas, vidrios y chatarras. Luego son alimento y atracción de roedores que llegan al descampado produciendo la proliferación de ratas.
En conclusión, la cuestión de los residuos debe ser un tema prioritario a tratar ya que se están vulnerando dos grandes derechos. En primer lugar, el derecho a un ambiente sano, consagrado tanto en la declaración mundial como en la Constitución Nacional. En segundo lugar, se está vulnerando el respeto cultural hacia los amaicheños, sobre su relación espiritual con la Madre Tierra, utilizando un sistema de disposición de residuos trasplantado de otra cultura.
Vemos entonces como el problema de los residuos no solo socio-ambiental, como el que sufrimos aquí en José León Suárez, sino que para otras comunidades la cuestión también es cultural y afecta a paradigmas religiosos.
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